Entrevistamos a Sara Pinto, bióloga, educadora de Raíces & Brotes, y CEO de Brutal, un inspirador proyecto para crear concienciar y proteger la naturaleza
Sara Pinto estudió Biología en la Universidad de Sevilla y fue durante esa etapa cuando conoció el programa educativo Raíces & Brotes del Instituto Jane Goodall. “Un amigo, Pablo, ya colaboraba, y como yo me apuntaba a todo por aprender, comencé ayudándole con la campaña Movilízate por la Selva. Luego organizamos un congreso de primatología junto al Instituto Jane Goodall en la facultad, y a partir de ahí charlas en colegios hasta el día de hoy”.
Tras licenciarse y después de pasar algunos años trabajando en zoológicos, en 2017 decidió emprender fundando su proyecto Brutal, que comenzó con charlas divulgativas y cursos de formación online y presenciales por el país. “En realidad siempre trabajé en educación ambiental, precisamente gracias a Raíces y Brotes. Comencé en la universidad y no he dejado de hacerlo de una forma u otra. Si es cierto que dejé los centros llamados ‘zoos’ porque no era mi sitio, y consideraba que lo que tenía que aportar respecto a sensibilización ambiental debía hacerlo de otra forma”, reconoce.
Poco a poco, su proyecto fue creciendo hasta ser hoy una plataforma dedicada no solo a la divulgación científica, sino también a la investigación y conservación de la biodiversidad, con un amplio abanico de propuestas, desde talleres y cursos formativos, hasta podcasts, revistas infantiles y actividades originales de sensibilización, como los ecosafaris que realiza a orillas del río Guadalquivir para concienciar sobre la importancia ecológica de los murciélagos.
Desde que comenzó Brutal, Sara ha volcado toda su experiencia, formación e ilusión persiguiendo un objetivo principal: proteger la biodiversidad, ya sea mediante la educación, la investigación o la conservación. Por eso, uno de sus grandes retos actualmente es poner en marcha un centro de recuperación de animales salvajes en Lanjarón, que cada vez está más cerca de ser realidad.
“Después de pasar por muchos centros y viendo la necesidad que hay en cada época de cría de atender a más y más animales, era lógico pensar que lo que debía de ser el objetivo final de Brutal era tener un centro propio para hacer este trabajo. Realmente desde un principio lo tuve en mente, pero en algún momento había que ponerse con ello, y cuanto más tardara en lanzarme, más animales se quedarían sin atender. Cuanto antes esté en marcha, antes podremos trabajar”, reconoce.
El centro, que se construirá en la zona de la Alpujarra de Sierra Nevada, estará especializado en programas de reintroducción de especies autóctonas y en la recuperación y liberación de los animales que vayan llegando al hospital veterinario.
Además de este ambicioso proyecto en el que está centrada, Sara lidera proyectos de ciencia ciudadana y participa en investigaciones para la conservación de ecosistemas marinos y en proyectos de restauración de ecosistemas. También está trabajando en la producción de su primer corto documental.
“Cuando comienzas un proyecto esperas que crezca, pero sabemos lo difícil que es nuestro ámbito de trabajo, el sector ambiental. Empezar con un blog y estar ahora lanzando semillas desde una avioneta para recuperar un bosque… es un salto gigante. Esto es gracias a que ya muchas personas colaboran con el proyecto y que se ha trabajado mucho por el camino. Es muy ilusionante ver que cuando trabajas duro y crees en tu proyecto alcanzas objetivos así”, declara.
En reconocimiento a su valioso y extenso trabajo, en diciembre de 2023, Sara fue galardonada con el Templeton Prize de Roots & Shoots. Y aunque le apasiona lo que hace, Sara reconoce que es costoso. “Trabajar en conservación es duro, y sobre todo si eres autónoma y llevas tus propios proyectos. Son muchas horas de trabajo, muchas veces sacrificas mucho de tu vida personal y además los sueldos muchas veces son precarios. Sin embargo, es un trabajo muy vocacional y que también te aporta cosas únicas. Las experiencias que te aporta en el campo, en los viajes, o el simple hecho de ver cómo un animal que has curado vuelve a la naturaleza o que vas a generar un impacto positivo, aunque sea pequeño, en un ecosistema, ya merece la pena todo el esfuerzo. Además, al ser algo tan vocacional, y aunque hay de todo, este trabajo te lleva a conocer a gente increíble de la que puedes seguir aprendiendo”.
Ahora bien, para llegar a tener esa vocación, Sara considera necesario visibilizar referentes. En su caso, supo que quería pasar mucho tiempo en la naturaleza y con animales desde que rescató su primer gorrión con su abuela en el jardín de su piso en Sevilla, pero realmente hasta bachillerato no tenía claro que quería estudiar biología. “Me interesaba desde la ingeniería hasta la producción musical. Creo que en ese momento de decidir qué hacer con tu futuro con 15 años no es tan fácil. La falta de referentes me hizo dudar especialmente, por eso, dar a conocer la vida de Jane y de otras científicas en colegios e institutos ayudaría creo a muchas niñas a decidir mejor qué quieren estudiar”.
En cualquier caso, Sara mantiene que no es imprescindible haber estudiado o dedicarte a la conservación para ayudar a proteger la biodiversidad. “Todas las personas pueden aportar. Algo tan sencillo como decidir ir a la compra y no usar bolsas de plástico, ya es una ayuda. Ir en bici o en transporte público en lugar de en coche, ya es una ayuda. Hay muchísimas asociaciones locales, cerca de casa, que necesitan personas voluntarias continuamente para poder llevar a cabo su labor y no siempre necesitas ser bióloga para ello. Tanto en nuestro día a día con las pequeñas decisiones, como participando en programas ambientales si queremos dar un paso más allá, estaremos ayudando”, expone.
Para ella, la contaminación por plásticos y la pérdida de biodiversidad son los problemas ambientales que más le preocupan. “No somos conscientes de lo grave que es porque son números tan grandes que cuesta asimilarlo”, declara. Por eso, insiste en la importancia de la educación y divulgación ambiental.
En este sentido, reconoce que no es fácil llegar a un público menos concienciado o con menor interés en la naturaleza, aunque cree que es más fácil de lo que a veces imaginamos. “La clave es buscar un punto en común y olvidarnos de la etiqueta que le ponemos a esa persona no concienciada. Si hablamos o intentamos comunicar pensando en que es una persona y con cualquier persona tendremos un punto, aunque sea minúsculo, con el que conectar, será más fácil que si nos centramos en poner el énfasis en las diferencias. Una vez que conectas, tienes la mitad del trabajo hecho”, confiesa.
Inspirada en la Dra. Jane Goodall, en sus charlas y talleres se basa en la premisa de que cada individuo puede marcar una diferencia y hacer algo al respecto. “Hay una ‘regla’ que creo que sirve para cualquier problema ambiental, y que aporta de una manera u otra: consume sólo lo que necesites. Y consume de forma responsable. Solo haciendo eso, estamos marcando una gran diferencia”.
Y, ante tanta información ambiental, “hay que asumir que no podemos ser perfectas y autoexigirnos constantemente porque también nos genera frustración. En lugar de ver los problemas a lo grande, dividirlos, y ver qué puedes hacer tú en tu pequeña escala. Ponerte metas pequeñas que puedas alcanzar para que veas cambios y un impacto positivo que te sirva para entender que se consiguen cambios”, añade.
Igualmente, Sara recomienda “contar y hablar de naturaleza a otras personas, no sólo de lo malo, simplemente dar a conocer la naturaleza para que se reconecte, porque solo protegemos lo que conocemos y queremos”.
En Raíces & Brotes estamos muy orgullos@s de poder contar con ella y aprender de todos sus proyectos. Sin duda, es una verdadera inspiración para much@s jóvenes que, como ella, quieren aportar su granito de arena para hacer del mundo un lugar mejor.
*Fotografías de Pau Fabregat